Es en
1837, cuando emerge en la lengua francesa, la expresión feminisme, la
cual intenta apoyar públicamente los derechos del género femenino en dicha
sociedad. Desde el surgimiento de esta doctrina, las mujeres han llevado a cabo
luchas incansables para defender sus derechos y su papel en la esfera de la vida
publica. Pero es en los últimos años, donde esta teoría feminista ha forjado
conceptos nuevos, evolucionando para un mejor análisis al respecto.
Esta
ofensiva tiene su punto de partida en las denuncias sobre el sexismo. Entendido
a este, como la consecuencia de la falocracia (dominación de los hombres sobre
las mujeres o el sistema patriarcal) y además, no simplemente como una
hegemonía, sino como un sistema que recurre claramente y de manera sutil a
todos los mecanismos institucionales e ideológicos que encuentre a su alcance,
con el objetivo de reproducir la primacía de los hombres sobre el sexo opuesto.
Estos de ámbitos de opresión pueden abarcar desde la política, la economía, la
moral, la ciencia, la medicina, hasta la moda, la cultura, la educación, los
medios de comunicación, entre otros.
Cuando
esta problemática la abordan distintos profesionales, es decir historiadores,
etnólogos o sociólogos, la mayoría de las veces lo realizan esbozando desde su
propio modelo del roles, tanto masculino como femenino, es decir de una manera
androcéntrica. Pero lo representativo de esta cuestión, es que por ejemplo, las
estadísticas contemporáneas del trabajo no tienen en cuenta a la condición de
muchas de estas personas (el de ser amas de casa), como criterio para evaluar si
su labor doméstico es considerado un trabajo similar al de cualquier otro que
perciba un salario.
Pero la
historia de las mujeres no es sólo la historia de su represión, sino también la
historia no menos ocultada hasta hoy de su resistencia en el curso de los siglos
a esta represión y a su encierro. La discriminación de la mujer ha sido
constante a lo largo de muchas etapas de la historia de la humanidad, en base a
una supuesta inferioridad del llamado “sexo débil”.
La
lucha por la igualdad y la dignidad de las mujeres, se evidencia hoy en las
protestas llevadas a cabo por las mismas como movimientos de liberación. Estas
surgen en el Renacimiento, cuando los ideales de emancipación del individuo
comienzan a urgirse desde los nuevos estratos sociales. En cambio, hoy estas
protestas tienen lugar primordialmente en aquellos lugares en donde la situación
de la mujer a mejorado considerablemente, es decir en los países desarrollados.
Ya que en las naciones en vías de desarrollo el movimiento feminista, solo es
llevado a cabo por aquellas mujeres que pudieron tener acceso a una educación
superior, pero lo llevan a cabo en forma clandestina o muchas veces es mandado a
ser reprimido tal reclamo justo.
Es así
como estas reivindicaciones feministas, en su gran parte, enuncian las
preocupaciones de sus pares de los países del hemisferio norte, en particular
aquellas que se encuentran en las clases medias, sin tener en cuenta la similar
situación de aquellas emergidas en los países del tercer Mundo. Por ejemplo,
hay casos en que las mujeres se encuentran desesperadas por no poder garantizar
a sus hijos el mínimo bienestar necesario para cualquier individuo. Esta
cuestión es consciente por parte de sus pares del otro lado del mundo, las
cuales sostienen que este sufrimiento es causa de los modelos y prácticas
guiadas por sus compratiotas a través de distintos hechos, como ser: eliminar a
las mujeres de la formación y las técnicas agrícolas, quitándoles sus derechos a
la tierra en beneficio del marido cabeza de familia, y obligándolas al éxodo
urbano, ámbito en el que no pueden encontrar empleo.
Este
subdesarrollo en dichas mujeres, ha sido agudizado por los expertos
occidentales, ya que favoreció el mantenimiento de costumbres primitivas que son
mutiladoras para las implicadas. Sin lugar a dudas, es necesario conocer en sus
aspectos y fundamentos el sistema patriarcal, el cual se alimenta del sistema de
acumulación (tanto de poder como de lucro) con el objetivo de lograr suprimirlo,
para obtener resultados innegables en esta lucha femenina analizando esto a
diferentes escalas, ya sea mundial o en cuanto a las relaciones entre países de
ambos hemisferios
No
caben dudas, que para impedir la discriminación hay que tener leyes más
equitativas. Controlarlas que en la práctica se cumplan, realizar análisis
cuantitativos del acceso y oportunidades sociales tomando en cuanto los sexos
para ver si participan equitativamente. Y obviamente luchar contra los factores
cualitativos que hacen al objetivo de esta lucha social, que establecen barreras
difíciles en este mundo moderno muchas veces difíciles de superar. Por que
tienen que ver con actitudes que se transmiten en la crianza, educación y que se
filtran en los diversos modos de la cultura.
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